Esta mañana al levantarme, después de darme una ducha
semi-caliente (pues aunque aquí sea caliente, en España equivaldría a agua
templada tirando a frío) he visto a uno de los militares de la base haciendo
algo especialmente peculiar… El cambio de gobierno.
La verdad es que siempre he pensado que era algo más
elaborado y que requería una máquina especial. Pero ya veis, es pegar las
letras en la madera. Y así queda:
Vamos a desayunar nuestras diarias tostadas con mantequilla
– no se que tendrán los chilenos que adoran la mantequilla – y un café con
leche. Por cierto, aquí tanto la leche como el café y varios añadidos, son en
polvo. Cuesta acostumbrarse, y más a una amante del café, pero al final hasta
acaba gustando. Entre sorbo y sorbo, me asomo por la ventana y veo esta imagen:
Teniendo todo esto a ver quién se queda con la tostada y el
café con leche. Si os fijáis en la orilla, están los pingüinos haciendo sus
ejercicios de natación matutinos. Una vida dura dónde las haya.
Salimos a enfrentarnos a otra fría mañana antártica y nos
dirigimos a la pequeña iglesia rusa ortodoxa de los años noventa, que se
encuentra en lo alto de una colina, a escasos metros de nuestra base(nuevamente
aconsejada por el doctor Quintana). La curiosidad de esta iglesia es que se
construyó pieza por pieza de manera artesanal en Rusia por un carpintero. Gustó
tanto que trasladaron las piezas hasta aquí, y una vez aquí montaron esta
lujosa y encantadora iglesia:
Tengo que decir que por culpa del mal tiempo y que he hecho
las fotos con la GoPro - mini
cámara de gran angular u “ojo de pez” –
le he dado un “toque” terrorífico y casi escalofriante.
Justo detrás de la iglesia ortodoxa, ahí en lo alto de la
colina y con vistas a una bahía preciosa, se encuentra una pequeña vivienda roja,
la cual es conocida entre los pocos habitantes de la isla como la E – Base.
Nos hemos dirigido hacia allí para desarrollar el proyecto
de Enrique sobre las energías renovables.
Lo interesante acerca de esta pequeña estación es que
funciona enteramente con energías renovables a lo largo de todo el año, sin
necesidad de quemar una sola gota de combustible para mantener el ambiente
calefaccionado durante el invierno o suministrar la electricidad dentro la
estación.
En la puerta de la estación nos recibe un ingeniero
americano fumando tranquilamente un cigarrillo en la entrada. Se presenta como
“Sky” y nos invita a entrar en su “hogar” temporal – pues tan sólo estará un
par de meses. Nos cuenta cómo empezó con este proyecto, hace unos 10 años,
cuando un grupo de entusiastas se propuso remover unas 1500 toneladas de
desechos de las costas de la Antártida.
Después de mucho trabajo, lo lograron, y se propusieron crear una base que sirva para despertar la conciencia de la comunidad internacional en lo que concierne a la conservación del medioambiente antártico y la eficiencia energética de las bases que aquí se encuentran. Fue entonces que los miembros de la estación rusa Bellingshausen cedieron este pequeño espacio a la organización y desde entonces diversas personas han trabajado duramente en mejorar la base.
Después de mucho trabajo, lo lograron, y se propusieron crear una base que sirva para despertar la conciencia de la comunidad internacional en lo que concierne a la conservación del medioambiente antártico y la eficiencia energética de las bases que aquí se encuentran. Fue entonces que los miembros de la estación rusa Bellingshausen cedieron este pequeño espacio a la organización y desde entonces diversas personas han trabajado duramente en mejorar la base.
La misión de “Sky”, ahora, es instalar un nuevo generador de
electricidad que funciona con una turbina eólica. Es decir, una manera de sacar
provecho de los continuos y tormentosos vientos que azotan la isla del Rey
Jorge para generar energía.
La propuesta es golosa y atractiva para Enrique, pues es
exactamente en lo que enfocó su trabajo. La iniciativa de “Sky” es francamente
buena, pero para ello deberá enfrentarse a lo peor: al invierno. Eso quiere decir,
varios meses a solas entre montañas nevadas, fuertes vientos e intenso frío.
Pues se aproximan los peores 6 meses que existen en el planeta, los oscuros y
tormentosos meses de invierno de la Antártida.
Nosotros tampoco debemos saltar de alegría pues no nos encontramos precisamente en mitad del verano antártico. La entrada del frío se empieza a notar, y con él el clima (y sino volver unas entradas atrás y veréis los problemas que hemos tenido con el avión Hércules).
Nos dirigimos a Base Artigas, a 4km de nuestra Base chilena.
Evidentemente, a pie. Pues aquí están todos preocupados por la gran pregunta:
¿Cuándo nos vamos a poder ir? No hay manera de que ningún Hércules aterrice. Y
los chilenos deben ir a Santiago de Chile con urgencia, así que nos despedimos
de la posibilidad de volver con los chilenos. Pero tranquilos, que de alguna
manera tendremos que volver.
De camino a la Base uruguaya, Artigas, el frío se empieza a
notar. Lagos enormes totalmente congelados.
Pingüinos con nieve en el pico y torso.
Cimas de montañas nevadas, planas del viento.
Charcos congelados por nuestro “camino” – un camino
evidentemente imaginario delimitado por balizas – por lo que nos íbamos
empapando poco a poco.
Al principio era emocionante, después soportable, más tarde
molesto. Y, finalmente, absolutamente mortal.
La niebla empezaba a bajar y no veíamos absolutamente nada –
siento no haber hecho fotos de ese momento pero estaba la cámara guardada y mis
manos congeladas – y el miedo de nuevo aparece en nuestra aventura. ¿Dónde
estamos? ¿cómo volvemos? ¿cuándo se irá la niebla?
Empezamos a hacernos miles de preguntas sin respuesta entre
nosotros. Cuando de repente, oímos el ruido de un motor… Un coche de nieve –
aquí lo llaman ‘oruga’. Eran los uruguayos, estábamos cerca.
Fueron muy amables con nosotros, nos dieron algo de comer y
mantas para abrigarnos. Y nos llevaron a la Base Artigas para poder avisar a
los chilenos de que estábamos bien (aquí siempre que salimos de una Base y
llegamos a otra informamos, para que no se preocupen por nosotros).
Yo me hice algunas heridas por rozadura de las botas, y
estaba un poco dolorida. Así que, al llegar a la Base, y tras ponernos el sello
como es habitual, me atendió Fanny, la doctora.
Fue muy amable con nosotros y no nos faltó de nada. Nos dio
un plato típico uruguayo: Polenta. Crema de harina de maíz (como un puré)
bañado con tuco (una especie de salsa boloñesa).
Una de mis conversaciones sobre la Antártida con Fanny fue
sobre la incertidumbre de cuándo volveremos. A lo que ella me respondió: “La
Antártida es como una mujer caprichosa: sólo ella elige cuándo entras y cuándo
te vas. Pero eso si, la recompensa es extraordinaria”.
No debemos olvidarnos de que estamos en Base Artigas, a unos
metros de los restos que queremos investigar. Pero, desafortunadamente, no
hemos podido ir. La niebla y el malísimo temporal no nos permitía tener
visibilidad. Y no hemos podido ir. Además, nos han aconsejado que no nos la
volviésemos a jugar saliendo al exterior, con niebla y sin walkie.
Me dispongo a grabar unas imágenes cuando oigo
un rugido extraño. Una mezcla de elefante y león. Me giro y veo a un león
marino casi a mis pies.
Siento no ser lo suficientemente valiente como para sacar mi
cámara y aprovechando la proximidad del enorme animal. Pero me ha dado un buen
susto, y aquí los leones marinos son muy agresivos.
Una vez a unos metros, he podido filmar cómo se zambullía en
el mar. Una auténtica pasada.
Tras los varios sustos de hoy, miedo y frío, estamos
francamente agotados. Mañana volvemos a emprender la marcha sea como sea.
Llueva, nieve o truene.
A.A.G-G
A.A.G-G
Te decía hace unos dias, tu en Punta Arenas, que la Antártida es como una mujer. Quien la sigue la consigue. Me encanta comprobar que la Doctora Uruguaya es también de mi opinión.
ResponderEliminarPues sí. Una vez cumplido el rito de visitar la iglesia rusa, el auxilio divino no te va a faltar. Vas a encontrar el San Telmo seguro y ... hasta entero!!!
La polenta es un plato típico del norte de Italia que con los años migro a sudamerica. Yo como bastante polenta, va bien para combinarla con platos calientes.
ResponderEliminarNo me pierdo una palabra de lo que cuentas eh? :D
Sólo unos pocos metros........rozando el San Telmo.
ResponderEliminarPara mañana MÁS SUERTE.
Fede e Isabel!! Encuentre, o no, el San Telmo… me llevo una súper experiencia. Lo malo es el mal tiempo que así cuesta mucho "investigar" nada...
ResponderEliminarFrank!! jaja ya veo ya, gracias campeón!!
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