Esta mañana me he despertado exactamente cuando he querido.
Eso quiere decir que por primera vez en 5 días he dormido y descansado lo que
el cuerpo me ha pedido (me he despertado a las 10 de la mañana tampoco penséis
que era la hora de comer).
No hace falta que recuerde la aventura de ayer imagino. Y
entenderéis que la aparquemos a un lado por hoy. La dosis de ayer fue
suficiente como para que la emoción dure dos días. Nada más coger el periódico
de Punta Arenas veo una noticia sobre los fuertes vientos del día anterior, y
nosotros jugándonos la vida dando vueltas por allí arriba.
A todo esto, nos comunican que se ha roto una pieza clave
del avión Hércules, hoy que iban a volar un comité de políticos hacia la
Antártida. Qué bien, qué seguridad y qué tranquilidad me dan estos aviones.
Ayer volaba durante 6 horas – 3 de ida y 3 de vuelta – más media hora
sobrevolando la Antártida y nos la jugábamos para volver sin combustible con un
avión al que se le estaba a punto de romper una pieza clave. Pero esta gente no
desiste ni así, mañana traen la pieza desde Brasil y el sábado, pasado mañana,
volaremos hacia la Antártida. O eso intentaremos. Aún así no desesperéis, la
aventura viaja conmigo, no en el Hércules.
Después de desayunar lo primero que quería hacer era ir a
ver la estatua de bronce que mi amigo Fede me aconsejó. Aquí madrugar madruga
todo el mundo menos los perros callejeros. Estos prefieren dormir cómodamente
al sol y luego ya si eso muerden a niños, roban comida o lo que hagan en su
ajetreada y estresante vida.
La estatua de la que me habló el doctor es una de las más
emblemáticas aquí en Punta Arenas, se llama “el Ovejero”.
Una escultura de
bronce, conformada por doce figuras a escala natural. Se encuentra representado
un ovejero soportando el
viento de las pampas,
con las riendas de su caballo en una mano, y en la otra un látigo para guiar a sus ovejas.
Me cuenta el taxista que de hecho es una historia real de un hombre que donó dinero a la ciudad, y que el ovejero se
llamaba Abel Oyarzún. Doctor, aquí tienes la foto encima del caballo. ¡Gracias por la sugerencia!
Ya sabéis que absolutamente todo me llama la atención. Ya
sea para bien o para mal, pero lo que me ha hecho mucha gracia son los carteles
de los chilenos. Claros, breves, directos y concisos, como deben ser.
Stop? Nada, de stop. Un “PARE” bien grande y con todas las
letras.
En España en los servicios de carretera o similares hay, a
veces, una indicación de “deje el lavabo como le gustaría”, o sutilezas e
indirectas similares. Como somos los españoles, vamos. Pero siempre desde la
educación. Aquí en Punta Arenas te dejan un papel a bolígrafo enganchado en la
pared que pone: “tire bien y fuerte”.
Entras al taxi y un cartel de “cierre suave”. Los cachas y
Hulks que se suban al taxi lo tienen bien claro.
Son personajes peculiares los chilenos. Eso sí, ya lo dije
en otra entrada pero lo repito, son absolutamente encantadores, serviciales y
agradables.
De camino al restaurante para comer, oímos sirenas de coches de policía, bomberos y ambulancia. En esta ciudad vayas
donde vayas pasa algo la verdad, lanzo desde aquí una señal a las grandes
productoras americanas para que enfoquen alguna película en Punta Arenas. Vemos en nuestras narices como evacuan un edificio entero y como a algunos se los lleva la ambulancia. Una macro fuga de gas, dicen los bomberos
que es peligroso estar ahí y que por favor abandonemos la zona.
Llegamos al restaurante Los Ganaderos y nos ponen un cordero
y un lomo exquisito – no tan bueno como la carne Argentina debo añadir – pero
no te deja indiferente.
Curiosidad que saco de la comida: nos ponen con la
ensalada un recipiente con zumo de limón para aliñar la ensalada, además de los
míticos aceite, vinagre y sal. EXQUISITO, probarlo en la próxima ensalada que
os hagáis.
Nos vamos al Departamento Antártico del Ejército de Tierra, dónde nos espera su Jefe, el Coronel Durán.
Allí tengo el honor de entrevistar al Suboficial Mayor Novoa (en el
ejército español equivaldría a Brigada), y le pregunto sobre la Base chilena del Ejército de Tierra en la Antártida, la Base Bernardo O'Higgins.
Base ubicada en la península Antártica (Continente Antártico). Para acceder a ella tienen que aterrizar en la isla Rey Jorge, a 63º (otro día os explico las longitudes y coordenadas y
lo que estas representan) y de ahí ir en rompe-hielos hasta la Base.
Novoa me explica la importancia de tener una base de
cada país en la Antártida. No obstante cada militar o científico debe estar un
máximo de un año. ¿Un año? Sí. Resulta que con el paso del tiempo los
habitantes de la Antártida desconectan, se aíslan, y deben actualizarse y
depurarse (cómo el dice) además de que casi todos son padres de familia y
tienen una familia esperándoles al otro lado. Así que van rotando entre ellos.
No obstante, desde allí tienen enlaces radiales, telefónicos e incluso
Internet.
Algo que me ha sorprendido y que le he dado mucho énfasis en
la entrevista es el por qué no hay ni una mujer en la base chilena terrestre.
Novoa me dice que es un mundo tercermundista, y que los hombres pueden vivir en
condiciones peores que una mujer, pero que cuando reformen la base empezarán a
ir mujeres. En fin, ¿Qué me va a decir?
Otras cosas a destacar es la temperatura – como sabréis, en
la Antártida son 6 meses día y los otros 6 meses de noche. La temperatura media
en verano está entre los -10º y los 2º. Pero en invierno llegan a temperaturas
como -38º. Ahora evidentemente aquí es verano. A ver quién es el valiente que
hace una crónica de un viaje a la Antártida en invierno (ahí dejo la idea).
Le pregunto por las relaciones entre las bases, y me dice
que con la base Argentina, Base Esperanza (me encanta el nombre) tienen muy
buena relación y que de hecho trabajan en varias ocasiones conjuntamente. Están
a unos 86km de distancia y se trasladan en motos de nieve.
Le pregunto por la base a la que iremos el sábado – si
arreglan el Hércules, si recibimos la llamada de Dios, si el clima nos deja y
si el avión no se queda sin combustible. Esta es la base chilena de las fuerzas
aéreas, la famosa y helada Base Frei.
Esta se encuentra a 800 km de la base
O’Higgins. Pero, a diferencia de nuestra base de las fuerzas aéreas, la suya al
ser terrestre no dispone de aeropuerto. Ellos tienen una pista de aterrizaje
exclusiva para aviones con patines de hielo.
Me dice que viajó a la Antártida en el año 98, 2008 y ahora
en el 2012, y que se considera un explorador del continente, por lo que conoce
toda su historia.
Mi siguiente pregunta deduzco que todos sabéis cual será,
¿no? Si usted dice que conoce toda la historia señor Novoa, ¿qué me puede decir
del San Telmo?
Me mira fijamente a los ojos, parpadea dos veces y traga
saliva. Evita darme la respuesta que refleja su cara, y me dice: “¿El San
Telmo? Ese no era un navío o un buque de allí español creo, ¿no?”.
Mi respuesta
fue clara, “si, así es. Allá por el año 1819 el navío español San Telmo desapareció
con 644 personas a bordo en las coordenadas 62º latitud sur y 70º longitud
oeste, cuando aún nadie había llegado a la Antártida. ¿De verdad no lo
conoce?”.
Me mira, sonríe y desvía la mirada, “sí lo conozco, y conozco su
historia. Y a todos nos gustaría saber si realmente llegó o no a la Antártida,
porque cambiaría la historia del continente, y nuestra prioridad es el la
Antártica” (ellos le llaman Antártica). Me quedo perpleja, hace un minuto
fingía desconocer su historia, y ahora sabe perfectamente de lo que le estoy
hablando, “Para nosotros es importante saberlo, además es el Titanic español,
644 personas fallecidas no se pueden pasar por alto como si nada. Y si tanto
interesa, ¿por qué no investigáis ya que estáis allí? Qué pasa, ¿hay intereses
ocultos?”.
Cambia la cara, y se acerca un poco hacia mi, y bajando el tono de
voz me dice, “no somos nosotros los que debemos investigar esto, a nosotros nos
interesa saber la verdad, claro. Pero nos da igual de quién sea el mérito de
descubrir la Antártida. Debería ser el Gobierno Español quien tendría que estar
investigando esto antes de que no quede nada de el San Telmo, si realmente está
allí. Al fin y al cabo es su navío, y es su historia”.
La entrevista se desvía a los animales. Me explica que en la
Antártida encontramos animales como focas leopardo, pingüino papua, pingüino
adela, pingüino barbijo, león marino, foca cangrejera, petreles (como gaviotas
pero más grandes), palomas antárticas que son de color blanco, más bonitas que
las que tenemos en Plaza Cataluña seguro:
Le pregunto por los pingüinos y me dice que los más dóciles
y sociables son los Papua:
No obstante, los adela (mi favorito) y barbijo también son
muy buenos y graciosos:
Así como, también la foca cangrejera, que incluso se deja
tocar:
No se puede decir lo mismo del león marino, agresivo por
naturaleza:
Y mucho menos de la peligrosa y depredadora foca leopardo. Aquí
os dejo una foto durmiendo, emitiendo los sonidos guturales (son los sonidos
nasales, como si roncasen):
El Teniente Coronel Zapata – quién por cierto se dedica a
toda la parte logística y de maquinaria de las bases chilenas – me enseña unas
fotos suyas en la Antártida en una expedición de motos de nieve.
Os las enseño
de lo mucho que me ha impactado verle la cara congelada, hasta con hielo.
Pues bien, Zpata me cuenta una anécdota un poco impactante
para los amantes de los pingüinos. Pues bien, como algunos sabréis, los
pingüinos tienen crías en noviembre, pero no es hasta febrero que no se lanzan
al mar y empiezan sus clases de natación. Mala y cruel casualidad, que es el
retorno de las focas leopardo. Pues sí, lo que os imagináis. Cuando los
pequeños pingüinos aprenden a desenvolverse en el agua, estas depredadoras se
los comen sin dejar rastro alguno. Y sin ninguna dificultad, pues los pequeños
aún no son lo suficientemente ágiles como para escapar de ellas en el agua.
Después de este aterrador final de entrevista, os dejo con
mi parte favorita del día, la que incluso me ha dado el título de la entrada:
la Hermandad.
La gente suele tachar a los militares de fríos y
calculadores. Que no tienen corazón, que no tienen sentimientos, que no tienen
compasión… de todo.
No se si es por el mero hecho de ser hija de militar y que
he crecido en este ambiente, o que a mi la seguridad – ya sea del tipo que sea
– me transmite calma y tranquilidad. Pero hoy he visto un gesto precioso entre
dos de ellos.
Bruno, de las fuerzas armadas españolas, saluda a Novoa, de
la armada chilena. Una mirada de complicidad, confianza y fidelidad. Ambos
conocen sus oficios, se miran con respeto y, además, admiración. Sonríen, hacen
bromas de las que tan solo los militares se ríen. Ya se conocían de otros años
y expediciones anteriores, y tienen un lazo de unión que no se ve a simple
vista, pero se percibe en la manera de saludarse y despedirse.
Novoa nos acompaña hasta la ciudad, pues estábamos a las
afueras de Punta Arenas. De camino, en el coche, Novoa le da una navaja a
Bruno. Y este hace lo siguiente:
Le descose con la navaja la galleta militar que tiene en la
manga – la galleta militar son aquellos parches que tienen los militares con
sus estrellas, su nombre, su rango, etc.
Y Bruno, por su parte, le da otra a él. Es como si hubiesen hecho un
“pacto” entre ellos.
Bajamos del coche y le pregunto qué significa ese gesto. Me
mira y se ríe, y me dice es la manera de considerar amigo a otro militar, es un
símbolo de unión. “Uno da lo que tiene, no lo que le sobra. A esto se le llama
Hermandad”.
Llevo 5 días en Punta Arenas y la verdad es que no hay día
que no me guste más que el anterior. Sé que es casualidad que el avión no
pudiese aterrizar, que nos quedásemos sin combustible y ahora la pieza estropeada.
Pero cómo agradezco esta casualidad… Esta bonita, preciosa y mágica casualidad.
Me encanta verte montando el brioso corcel. He hecho un salto atrás de muchos años.
ResponderEliminarMuchas felicidades por este blog, hoy me he leido varias de tus aventuras y la forma en que las narras con el mayor detalle posible hace que de verdad tengas las sensaciones que describes. Espero que sigas así, contándonos todas tus grandes aventuras pero sobre todo mucho éxito y que disfrutes de la Antártida.
ResponderEliminarMe alegro mucho Fede, ¡gracias!
ResponderEliminarXavi muchas gracias a ti también. Si el tiempo mejora y salimos mañana podré empezar a contar mis experiencias desde el continente helado. Aún así, no te pierdas ninguna entrada porque aquí cada día hay un cambio de planes y cada día explico algo diferente que me interesa que no os perdáis ¡Bienvenido a la aventura!